Hoy hemos leído en Lengua una historia del escritor Gerald Durrell, titulada "Dos animales muy especiales", y nos ha llamado mucho la atención el trabajo tan curioso y original que desempeñaba uno de ellos: el de "Guardián de las Palabras".
Y es que mucha gente no lo sabe, pero algunas plantas y animales no son los únicos que se encuentran en peligro de extinción. También hay muchas lenguas que en el mundo desaparecen continuamente. Un ejemplo lo tenemos en el libro rojo de la UNESCO sobre “Lenguas en Peligro para Europa”, que tiene registradas más de 90 lenguas, algunas de ellas ya muertas. Entre esas lenguas en peligro de extinción encontramos algunas muy conocidas como el gaélico-escocés, el aragonés, el asturiano, el leonés, el mozárabe, el dálmata, o el romaní.
Esta situación es incluso más grave en otros lugares del mundo. Así, hay lenguas como el “jabutí”, que apenas cuenta con 4 o 5 hablantes. En Australia sólo el 10% de las 250 lenguas aborígenes tienen asegurada su supervivencia. En Alaska, de 20 lenguas nativas hoy sólo 2 siguen siendo transmitidas generacionalmente. Precisamente en ese rincón del mundo tenemos el ejemplo de Marie Smith Jones, que hasta su muerte en 2008 fue la última hablante de los “eyak”, una tribu que habitaba en la costa del Pacífico Sur de Alaska. La lengua que desapareció con Marie Smith Jones era una lengua remota (tenía más de 8.000 años de antigüedad), con más de 10.000 términos registrados. Posiblemente ahora mismo, mientras lees esta noticia, es posible que haya lenguas en el mundo que están desapareciendo, que nunca podrán volver a ser oídas ni habladas.
(Artículo extraído de “Hablar y Pensar: Tareas Culturales”, de Honorio Velasco; y de XL Semanal de ABC. Nº 1.059. Escrito por María Pin).
Y es que mucha gente no lo sabe, pero algunas plantas y animales no son los únicos que se encuentran en peligro de extinción. También hay muchas lenguas que en el mundo desaparecen continuamente. Un ejemplo lo tenemos en el libro rojo de la UNESCO sobre “Lenguas en Peligro para Europa”, que tiene registradas más de 90 lenguas, algunas de ellas ya muertas. Entre esas lenguas en peligro de extinción encontramos algunas muy conocidas como el gaélico-escocés, el aragonés, el asturiano, el leonés, el mozárabe, el dálmata, o el romaní.
Esta situación es incluso más grave en otros lugares del mundo. Así, hay lenguas como el “jabutí”, que apenas cuenta con 4 o 5 hablantes. En Australia sólo el 10% de las 250 lenguas aborígenes tienen asegurada su supervivencia. En Alaska, de 20 lenguas nativas hoy sólo 2 siguen siendo transmitidas generacionalmente. Precisamente en ese rincón del mundo tenemos el ejemplo de Marie Smith Jones, que hasta su muerte en 2008 fue la última hablante de los “eyak”, una tribu que habitaba en la costa del Pacífico Sur de Alaska. La lengua que desapareció con Marie Smith Jones era una lengua remota (tenía más de 8.000 años de antigüedad), con más de 10.000 términos registrados. Posiblemente ahora mismo, mientras lees esta noticia, es posible que haya lenguas en el mundo que están desapareciendo, que nunca podrán volver a ser oídas ni habladas.
(Artículo extraído de “Hablar y Pensar: Tareas Culturales”, de Honorio Velasco; y de XL Semanal de ABC. Nº 1.059. Escrito por María Pin).