
La recogida de un televisor supone el punto de partida para el reciclaje de los diferentes materiales que lo componen. El proceso de recuperación se inicia con la llegada del aparato a las instalaciones de una planta especializada en reciclaje de monitores, donde los operadores desmontan a mano el equipo. El primer paso consiste en desprender la carcasa, que habitualmente es de plástico, aunque, en ocasiones, puede estar compuesta de madera. El segundo paso se centra en retirar los paneles de los circuitos para recuperar los metales que contienen (principalmente, cobre y aluminio).
Más tarde se separa la pantalla, de la que se retira su chapa de hierro. Después, el tubo de rayos catódicos se desglosa en dos partes: de su lado plano se aspira el fósforo, y la parte restante, que contiene plomo, se destinará a la fabricación de hornos, vitrocerámicas, etc. Por último, se extraen los metales férricos (hierro, acero) que contiene.
El televisor se convierte de este modo en un electrodoméstico prácticamente 100% reciclable. Alrededor del 80% de estos equipos están compuestos de vidrio, que podrá emplearse, entre otras aplicaciones, para la fabricación de nuevas pantallas. El 20% restante se reparte entre plásticos y metales, que se emplean como materia prima para la elaboración de envases, menaje para el hogar, etc.
(Fuente: Federación Española del Reciclaje).
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