En 1700, Carlos II muere dejando como sucesor a Felipe V, de la casa de Borbón, que era la dinastía que reinaba por entonces en Francia. Esto hace que algunos países europeos como Inglaterra y Austria comiencen a intuir las consecuencias nefastas que podrían tener para ellos una alianza entre Francia y España. Por este motivo, proponen un rey de la casa de Austria como sucesor al trono de España. Es decir, hay dos
candidatos:
(El archiduque Carlos, que era de origen
alemán)
(Felipe de Anjou, que era de origen francés)
Como es lógico, los países europeos apoyaron a uno u otro
candidato, dependiendo de sus intereses. España también se dividió en dos
bandos: Castilla, que apoyó al candidato francés, y Aragón, que apoyó al
candidato alemán. Estas diferencias dieron origen a la Guerra de Sucesión, que fue tanto una guerra internacional como una
guerra civil.
La guerra se prolongó hasta 1713, cuando se reconoció la
victoria de Felipe de Anjou en el Tratado
de Utrecht.
Como contrapartida, el nuevo rey (que accedió al trono
con el nombre de Felipe V) tuvo que ceder parte de sus territorios en Europa a
Austria e Inglaterra.
Felipe V estableció una nueva forma de gobierno: la monarquía absoluta. En ella, el rey reunía
todo los poderes del estado, y eso hizo que uniformizara todos los territorios
de España.
Aprovechando la derrota de la Corona de Aragón en la guerra de
Sucesión, suprimió sus leyes e instituciones, y promulgó los Decretos de Nueva Planta que supusieron
el fin de las Cortes de Cataluña, Aragón, Valencia o Mallorca. No hizo lo mismo
con otras zonas de España, como los fueros de Navarra y el País Vasco, pues
estos territorios sí lo habían apoyado durante la guerra.
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