En el siglo XVI, España se convirtió en un
gran imperio, el más extenso que había existido hasta ese momento. Así, el
imperio hispánico estaba formado por muchos territorios diferentes: España, los
Países Bajos, gran parte de Italia, territorios del centro de Europa, las
colonias americanas y numerosas posesiones tanto en África como en Asia.
Además, en 1580 se anexionó el reino de Portugal.
Cada
reino mantenía sus propias leyes e instituciones, pero todos tenían un mismo rey, que era el que dirigía el
ejército, declaraba la guerra y firmaba la paz con otros países, organizaba las
instituciones y establecía los impuestos. Pese a todo, el poder del rey no era
absoluto, y había decisiones que necesitaban ser aprobadas por los Parlamentos
o asambleas de cada territorio.
Tal
vez los dos reyes españoles más importantes de este periodo sean Carlos I y
Felipe II.
CARLOS I: Carlos
de Habsburgo era nieto de los Reyes católicos y se había educado en Flandes. Su
madre fue Juana I (conocida como Juana la Loca, e hija de los Reyes católicos)
y su padre Felipe el Hermoso (hijo de María de Borgoña y Maximiliano I de
Habsburgo).
Accedió
al trono en 1516, pero sus primeros años fueron difíciles, en parte porque se
rodeó de consejeros extranjeros. Fruto de esta situación fue la revuelta de las Comunidades, en 1520,
que fue una protesta de las principales ciudades de Castilla, además de otras
revueltas producidas en lugares como Valencia o Baleares. En todos los casos,
estas revueltas estaban protagonizadas por campesinos y artesanos, que exigían
unas mejores condiciones de vida.
Fuera
de España, Francia se convirtió en
el principal rival para lograr el poder en Europa. Eso hizo que Carlos I se
enfrentara en numerosas ocasiones con el rey francés. También lo hizo contra
los turcos, que querían hacerse con
el control del Mediterráneo y entorpecían el comercio de España con Italia. Por
si esto no fuera poco, en el centro de Europa tuvo que hacer frente a los luteranos, que no aceptaban la
autoridad del papa.
Al
final, decepcionado por el fracaso sobre los luteranos, Carlos I abandonó el trono y cedió los territorios del
centro de Europa a su hermano y el resto de sus posesiones a su hijo, Felipe
II.
FELIPE II se
puso en 1556 al frente del imperio más extenso de su época, aunque para mantenerlo
tuvo que derrotar tanto a franceses como a los turcos (a quienes venció en
1571, en la famosa batalla de Lepanto). También realizó expediciones para
buscar nuevas tierras e incorporó las islas Filipinas al imperio. En 1561 fijó
la capital en Madrid.
Uno
de los focos de mayor tensión es el que tuvo lugar en los Países Bajos, quienes
se sublevaron contra el dominio español en 1566. Las provincias del norte se
proclamaron independientes, pero Felipe II no
aceptó esto, lo que desencadenó una larga y costosa guerra, agravada por
el apoyo de los ingleses a los rebeldes sublevados (los holandeses). El punto
álgido de este conflicto tuvo lugar en 1588, cuando el rey español mandó a
luchar a la Armada Invencible, una
poderosa flota que, sin embargo, fue derrotada por los ingleses.
Todas estas guerras supusieron a España unos gastos inmensos, los cuales fueron sufragados principalmente con el oro y la plata que llegaba de América. Cuando los precios de algunos productos comenzaron a subir y la cantidad de metales preciosos que llegaba desde las colonias americanas disminuyó, la situación en España se hizo delicada y la población se empobreció.
Luego,
a lo largo del siglo siguiente, ese imperio se fue fragmentando, y España
perdió su superioridad en Europa
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