Según Vicente Soler (vulcanólogo del CSIC) la explosión del Krakatoa es una catástrofe que puede repetirse en cualquier otro volcán del Cinturón de Fuego. No obstante, son muchos los expertos que coinciden en que, de darse de nuevo una erupción como la de hace 125 años, las consecuencias no serían tan devastadoras. El motivo, según Soler, es que "las erupciones presentan síntomas premonitorios, que ahora estamos en condiciones de identificar para tomar las medidas oportunas".
Ken Wohletz (vulcanólogo americano) afirma que el Krakatoa tuvo en el año 535 una erupción 20 veces mayor que la de 1883, tan potente que provocó cambios en el clima que afectaron a todo el planeta. No en vano, se calcula que la erupción de hace 125 años provocó un descenso de las temperaturas globales de 1,2 ºC. Otro volcán, el Huaynaputina (Perú) entró en erupción en 1600, e hizo que el año siguiente fuera el más frío en seis siglos.
La vida en un lugar estéril, como el Krakatoa tras emerger del agua, ha sido estudiada detenidamente. Así, sólo nueve meses después de que el volcán se hiciera visible, ya se encontró una araña aferrada a una roca. Una década después la parte inferior de las laderas del Krakatoa estaba cubierta de vegetación. En la actualidad los investigadores descubren allí unas 30 especies vegetales cada día.
(Noticia extraída del artículo "Krakatoa. La bomba sigue creciendo", publicado por Daniel Mediavilla en el diario "Público" el miércoles 27 de agosto de 2008).
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