El Begijnhof es sin duda uno de los rincones más bellos de Ámsterdam. Está situado en el centro de la ciudad, y en él, el tiempo parece detenerse.
El Begijnhof fue fundado en 1346 como una residencia de beguinas (mujeres solteras o viudas dedicadas a la oración y a las obras de caridad). Por eso, Begijnhof podría traducirse como “el noviciado”.
Todavía hoy, algunas de estas casas siguen estando habitadas por mujeres solas.
Cuando uno accede al Begijnhof parece que está entrando en un pueblo pequeño, ya que el lugar está constituido por un patio con jardín rodeado de unas 40 casas, las cuales cuentan incluso con su propia iglesia (la Iglesia Inglesa, cuyos orígenes datan del siglo XIV).
En una de las esquinas del Begijnhof encontramos la casa más antigua de la ciudad, una casa de madera oscura construida en 1475.
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