Rico pone ejemplos claros de la implicación del ser humano en muchas de estas extinciones. Uno de ellos es el de las palomas migratorias. Según han confirmado muchos naturalistas, a principios del siglo XIX existían bandos de miles de millones de estas palomas, surcando el cielo de Norteamérica. Cuentan que estos pájaros volaban tan juntos que sus alas se rozaban, y que cuando pasaban por un pueblo eran tantas que se oscurecía la luz del sol durante varias horas. Pues bien, la caza indiscriminada de estas palomas y de sus polluelos hizo que en septiembre de 1914 muriera en el zoológico de Cincinnati el último de ejemplar de paloma migratoria.
Las extinciones no respetan a nadie. Así lo atestiguan grandes animales como gamos, tigres o mamíferos marinos que han sido aniquilados para comercializar con sus pieles u otras partes de su cuerpo.
Lo increíble es que muchas de esas especies que están despareciendo ni siquiera han sido descubiertas y descritas por la Ciencia.
(Entre los animales que aparecen en esta fotografía, tomada en el Museo de Ciencias Naturales de Tring –Gran Bretaña- podemos destacar un Dodo, un Lobo marsupial, una Cebra cuaya, o el esqueleto de una Moa. Todos estos animales se han extinguido. El Dodo en 1662, el lobo marsupial en 1930, etc).
(Jorge es el último ejemplar de una de las 11 subespecies de tortugas gigantes de las Galápagos)
Si quieres saber más, no dudes en consultar estas páginas web:
http://www.iucnredlist.org/ Lista Roja de la UICN (animales en peligro de extinción).
http://extincanimals.petermaas.nl/
(Fuente: Javier Rico, "La hecatombre imparable", publicado en el diario El País, el 15 de diciembre de 2007)
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